
no obstante, errarum humanum est.
La ronda de pasiones nos envuelve,
nos desquicia al llegar la medianoche,
cuando creemos que aviene algo disímil
y sólo son veintitantas horas grises.
Eso sí, los paladines de la mística atea
nos intercambian unos a otros por silencios.
No concibo moneda más valiosa que esa.
Nos civilizan en la barbarie,
nos normalizan en la locura,
apagan la luz y nos prometen,
prometen para mañana un nuevo día.
Un insomnio soñado por tantos
no puede hundirse en las entrañas del tiempo;
vigilias atroces agotan rostros, corroen almas,
nos prenden la luz y nos acompañan a orinar.
Mañana será un nuevo día de estatuas vivientes.
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